Después del huracán,
el desierto y la destrucción
causan más daño que el huracán en sí,
y no son los que se van
son los que con sumisión
a mí capricho son desatados a ti.
Como en tierra de dioses donde lo rige un mortal
así es la guerra interna mía, interna e inmoral.
El Tsunami gigantesco destruyó,
con aguas turbulentas y asesinas,
se llevó las últimas rosas y cenizas
que tu corazón fuerte construyó.
Que le queda a este caos,
este demonio de mil caras,
no merece nada,
ni siquiera una pizca de tus manos,
ni siquiera merece ser azotado con varas,
no merece nada de ti...